Cuando Juan Carlos Navarro decidió entregarle las llaves del barco a Sarunas Jasikevicius sabía perfectamente lo que traía. Jugó a su lado en uno de los equipos que hicieron historia en el Barça ganando la Euroliga de 2003 junto con el lituano, Bodiroga y demás superestrellas del panorama europeo. En aquel equipo, Saras era el líder, el director y el que se las jugaba cuando nadie quería. Cuatro Euroligas en su palmarés le convierten en el jugador con más títulos de esta competición brillando con luz propia en todos ellos.

Ahora Jasikevicius está empeñado en ser el mejor entrenador de Europa y va camino de ello. Tras ser hacer historia con el modesto Zalgiris en Europa llevándole a cotas impensables para su presupuesto, el Barça le puso todas las herramientas necesarias para acabar con la hegemonía del Real Madrid en España. En apenas año y medio, Saras ha ganado a los blancos en 10 de los 14 partidos en los que se han medido y además ha levantado por el camino dos Copas del Rey y una Liga Endesa.

El último título fue obra y gracia del técnico de Kaunas, quien no permitió en ningún momento que sus chicos bajasen los brazos ante un ultra-físico Real Madrid. El primer cuarto, resuelto con un parcial de 19-5, dejó a las claras que los blancos querían sacarles de la final por la vía rápida a través de una defensa que era asfixiante en todos los sentidos. Laso lo fió todo al músculo quitando de la ecuación a Llull, Tavares e incluso Heurtel.

Sus rocas respondieron bajando el culo y llevando el encuentro donde esta temporada más cómodo se ha encontrado el Real Madrid: por debajo de los 70 puntos. Los culés firmaron una primera mitad para olvidar consiguiendo únicamente 18 puntos mientras los blancos se aferraban a un plan que iba como la sede hasta que llegó la charla de Jasikevicius al descanso.

"Me puso la piel de gallina. Era el único que confiaba en nosotros", dijo Mirotic sobre lo que le dijo Jasikevicius al descanso. "Les dije que no teníamos cojones y que nos estaban sacando de la pista", aseguró el técnico de forma modesta. Sea como fuere, las palabras del lituano surtieron efecto en un Barça que resucitó en la segunda mitad haciendo ya su juego habitual y anotando 23 puntos en cada uno de los cuartos.

Cuando el partido llegó a su fin, los jugadores no buscaron abrazarse entre sí, sino que fueron como locos a buscar al único que les había dicho que podían salir vivos de la batalla. Jasikevicius fue el MVP moral de una Copa que dejó claro que el baloncesto español vive un cambio de ciclo. Probablemente el Madrid tendrá muchas revanchas a lo largo de la temporada en Euroliga y ACB, pero este partido puede marcar un punto de inflexión para todos. La culpa es de Saras.