Adrian Newey, el ingeniero intocable de Red Bull que ha ganado 23 Mundiales
El británico es, para la inmensa mayoría del mundo del motor, el mejor diseñador de coches que ha existido por su comprensión de la aerodinámica.
En los tiempos que corren, cualquiera que no conozca a Adrian Newey pensará que está completamente desfasado. Este ingeniero inglés, a día de hoy, sigue dibujando sus diseños con papel y lápiz. Detrás de esa técnica se encuentran los éxitos de la escudería Red Bull, una de las mejores del siglo XXI gracias a este licenciado en aeronáuticas y aeroespaciales.
Newey es el hombre más respetado en el paddock y sus resultados le avalan hasta las últimas consecuencias. Está detrás de 12 títulos de pilotos y 11 mundiales de constructores en una trayectoria en la Fórmula 1 alejada de los grandes motoristas como Ferrari, Mercedes o Honda.
El actual ingeniero de Red Bull tiene una norma que es ley: los motores se adaptan a mis diseños, no los diseños se amoldan a los motores. Newey ha sido pionero en una ley cada día aplican cada vez más los equipos para conseguir mejores resultados en una era donde los motores están habitualmente congelados.
Antes de convertirse en el amo de la Fórmula 1, Newey ganó en sus años mozos dos campeonatos de la Indy 500 norteamericana llamando la atención de varios equipos. March le dio la oportunidad en 1988 construyendo un coche que fue sorprendentemente rápido el primer año, pero que luego no alcanzó los objetivos con el paso del tiempo.
Estuvo unos segundos en el paro
Newey siempre se ha reído de ese despido porque fue ejecutado "por un contable que no sabía nada de coches" y que por eso en cuanto pulsaron el botón de eject ya estaba al día siguiente trabajando para Williams en 1990. En la escudería británica sí se encontró a gusto diseñando un coche que fue campeón del mundo en 1992 y 1993 con Nigel Mansell y Alain Prost, respectivamente.
Atraído por la fama del Williams, Ayrton Senna decidió fichar por ellos en 1994 teniendo tan mala suerte que falleció en el Gran Premio de San Marino meses después. Newey fue investigado por la Fiscalía en Italia por homicidio durante casi una década, pesando mucho este caso en su vida.
El ingeniero se repondría de esa tragedia ganando con un doblete el año 1996 viéndose coronar a Damon Hill y posteriormente en 1997 con su mismo diseño a Jacques Villeneuve. En 114 carreras con Williams, logró 59 victorias, 78 poles y 60 vueltas rápidas antes de fichar por McLaren en 1997.
En las Flechas Plateadas también se notó su mano de inmediato, con dos títulos consecutivos de Mika Hakkinen en 1998 y 1999. Pero todo se empezó a torcer cuando Ferrari y Michael Schumacher comenzaron una hegemonía de cinco años con la entrada del nuevo milenio. Newey estaba frustrado y pidió salir varias veces porque el jefe absoluto de McLaren, Ron Dennis, no le dejaba crear a su antojo.
Jaguar, sin ir más lejos, le ofrecía esa libertad de diseño plena, pero McLaren no le dejó salir pese a firmar un contrato en 2001. Ron Dennis le encarceló y con ello llegaron los peores resultados de su carrera en una relación que era absolutamente tóxica. Finalmente, Newey conseguiría salir en 2005 del equipo, aunque su prestigio de antaño parecía muy tocado.
La aparición de Red Bull
Fue entonces cuando una escudería joven y recién nacida como Red Bull la que sí creyó en el ingeniero de Southampton. El piloto David Coulthard, con quien coincidió en Williams y McLaren, pidió que le diesen los plenos poderes que tanto había demandado y tiempo para desarrollar un coche en condiciones.
Newey respondió a la perfección a la confianza depositada iniciando una era de dominio absoluto en un equipo que era totalmente un desconocido. Red Bull ganó cuatro títulos consecutivos de 2010 a 2013, con el ingeniero encumbrando su nombre como la clave. Tal fue su ascendencia en todo aquello, que la Scuderia Ferrari le llegó a ofrecer en 2014 un contrato de 20 millones anuales para que hiciese lo mismo con el Cavallino Rampante.
El ingeniero valoró entonces la confianza que le habían dado en el equipo austríaco y aguantó la tentación hasta recoger nuevamente sus frutos con los títulos de 2021 y 2022. A sus 63 años, muchos piensan que Newey colgará algún día ese papel y ese lápiz que le han convertido en el tipo más influyente en los despachos de Fórmula 1, pero nadie duda de que él elegirá su destino.