Hay una teoría sobre las tendencias, las lógicas y los ciclos. España lo normal es que gane, que marque y que se clasifique. Pero viene de no ganar, de no marcar y de, por qué no, complicarse la clasificación. Es decir, si todo vuelve a su cauce se intuye una victoria española, con goles y acercándose a los octavos. Lo dice la probabilidad y la estadística y lo dicen las sensaciones del equipo de aludís Enrique.

Porque, qué demonios, los equipos poderosos no están jugando bien (Francia, Portugal, Bélgica) y son los de segunda fila los que están apuntando alto (Italia, Países Bajos). España estuvo mucho más cerca de estos últimos que los primeros. Hizo todo por ganar, pero no ganar. Jugó mejor que muchas selecciones, pero se estrelló contra la defensa sueca.

Ahora llega Polonia. No es el polaco un equipo mejor que el sueco, ni mucho menos, y la presencia de Lewandowski -con su gol a 3.60- no mitiga una serie de fisuras atrás que se reflejaron ante Eslovaquia. No es un grito popular o un deseo. Es la realidad: España tiene hambre, tiene fútbol, tiene talento. Es hora de sacarle jugo.